Ivis Calis Hernández solo tiene 26 años, hace 18 meses cumple misión en Venezuela y en Cuba dejó una niña de dos años. Esta joven podóloga, de la especialidad de Rehabilitación, asegura que en esta tierra hermana ha crecido mucho, y ha adquirido enseñanzas que jamás podrá olvidar.
Ahora trabaja en el Centro de Diagnóstico Integral “Paraíso”, ubicado entre las zonas de Puerto La Cruz y Lechería, del Estado de Anzoátegui, pero a su entrada laboró en condiciones extremadamente difíciles, pero enaltecedoras, en comunidades indígenas donde aprendió grandes lecciones que la convirtieron en una especialista más capacitada, pero sobre todo, mejor persona.
“Hoy trabajo en Anzoátegui, pero mi experiencia más difícil fue laborar en Curiapo, una población y parroquia civil en el Estado Delta Amacuro, capital del municipio Antonio Díaz, en la costa Atlántica de Venezuela, un lugar rodeado por el río Orinoco, donde habita una población indígena, que habla warao, incluso al principio no podíamos comunicarnos, aunque después nos fuimos entendiendo gracias a la convivencia diaria con esas comunidades”, nos cuenta.
Y prosigue “era muy difícil, sin conexión, no había corriente, sólo se brinda ese servicio con una planta una o dos horas al día y por minutos podíamos interactuar con nuestra familia. Imagínese, realmente muy duro, tengo una niña de dos años, y fue muy doloroso no ver a mi hija crecer por esos seis meses en que estuve allá, pero a la vez devino una experiencia bonita, encontré personas que nos abrieron las puertas, los venezolanos nos ayudaron mucho, y en esos parajes remotos la Revolución Cubana siempre estuvo presente”, dice esta joven que devela una firmeza impresionante en su mirada.
Y en nuestro diálogo insiste en la idea de que en Venezuela, ella se ha convertido en otra mujer, más lista para enfrentar las nuevas tareas que tendrá en la Patria, el reencuentro con la familia, y en especial, con su niña.
“Venezuela ha significado mucho, desde el ambiente familiar, he aprovechado más cada instante con mi familia, disfrutar con mi hija, madurar mi matrimonio, soy una mujer preparada, lista para enfrentar una vida, sola o con alguien, hoy soy yo misma, y me ha gustado mucho el desarrollo que he tenido en este país”, nos confiesa.
Sin dudas, dice que es una Venezuela querida donde encontró amistades y razones para seguir creciendo, a pesar de la distancia de su isla amada.
¿Qué te ha dejado Venezuela en ese crecimiento personal que hoy reconoces?
“Venezuela me dejó enseñanzas, buenos amigos, en un país extraño he intercambiado con personas de buen corazón que nos dieron su apoyo sin pedir nada a cambio”, manifiesta Ivis en esta conversación donde salen a la luz todos sus sentimientos. Y dice, además, que sus pacientes venezolanos son muy especiales.
¿Y cómo calificas a la población que atiendes ahora, a tus pacientes venezolanos?
“Lo digo sin ninguna duda, mi gratitud con este país es infinita, los venezolanos son maravillosos, agradecidos, nos atienden muy bien, nos ayudan, hay personas que quiero mucho, hijos de esta tierra, y que laboran muy cerca de nosotros, los conocemos como Chu y Joel Lovera, cuando tengo nostalgias y no puedo evitar las lágrimas, ellos me dicen Ríete un poco, y siempre encuentran esa sonrisa escondida compartida entre hermanos, no olvidan un aniversario, un Día de los Padres, de las Madres, un cumpleaños, y en esos momentos nos ayudan a pasar instantes bonitos, nos dan una flor, y les he tomado mucho aprecio”.
Escuche y descargue la entrevista en nuestro canal:
¿Volverías a cumplir misión?
“Por supuesto que lo haría nuevamente, son oportunidades que la vida te da y que hay que aprovecharlas, esta experiencia me ayuda a formarme como profesional, tengo 26 años y actualmente me siento más capacitada para enfrentar cualquier problema, eso lo debo a mi estancia como colaboradora en este país”.
Son las confesiones que narra con orgullo la podóloga Ivis Calis, quien declara con mucha pasión que en Venezuela ha adquirido enseñanzas inolvidables.