El Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas se encuentra en Washington y abrió sus puertas en 1971, como un memorial al presidente asesinado. Sin embargo, la idea del centro viene de 1958, cuando Eisenhower firmó la ley del Acta por el Centro Cultural Nacional, la primera vez en la historia que el gobierno de los Estados Unidos apoyaba y contribuía la financiación de una estructura dedicada a las artes escénicas.
El Centro Kennedy representa una sociedad de carácter tanto privado como público y es un espacio para la representación de las artes con iniciativas educativas y de gran alcance. En diciembre pasado se efectuó la edición número 45 y en ella tuve la ocasión de ver el reconocimiento a una compatriota y cómo recibía uno de los más sonoros aplausos.
Tania León, nacida en La Habana el 14 de mayo de 1943, es una directora de orquesta y compositora, descendiente de franceses, españoles, chinos, africanos y cubanos, que alentada por sus abuelos cuando tenía 4 años de edad, comenzó a tomar clases de piano en el muy prestigioso conservatorio Peyrellade en La Habana.
En 1961 obtuvo un título de profesora de teoría y solfeo, en el 63 obtuvo el profesorado de piano con solo 20 años y siguió estudiando composición en el Conservatorio Nacional, donde al año siguiente obtuvo una licenciatura en educación musical. Pero como su carrera musical no avanzaba sus padres la convencieron de estudiar contabilidad y administración en la Universidad de La Habana, donde obtuvo el título en 1965.
En 1967 decidió viajar y se instaló en Nueva York, donde obtuvo una beca, obteniendo varios títulos que le posibilitaron ser alumna de figuras cimeras de la música como Leonard Bernstein.
No obstante, disfrutar de un éxito inmediato como pianista, León sintió que le dedicaba demasiado tiempo a su técnica y esto la hizo cambiar de intérprete a directora de orquesta.
En 1969 el famoso bailarín Arthur Mitchell la convirtió en miembro fundador y primer director musical del Teatro de Danza de Harlem, donde estableció su departamento de música, su escuela de música y su orquesta.
Desde ese instante, Tania León ha dirigido orquestas en todo el mundo y ha compuesto el aria Oh, Yemayá, Batá, Indígena, una colección de música de cámara; Carabalí y un muy conocido arreglo de la canción El manisero, de Moisés Simons.
En 2010 se ejecutaron sus obras en Cuba en la segunda edición del festival Leo Brouwer de Música de Cámara. En una sesión titulada «Las mujeres cubanas en otras tierras» se presentaron Alma (composición para flauta y piano) y Arenas d’un tiempo. En el festival estuvo como invitada especial la madre de Tania, Dora Ferrán.
En 2010 su disco Sonidos cubanos recibió un premio Latin Grammy en el rubro mejor composición clásica contemporánea y en el 2021, León fue ganadora del Premio Pulitzer de Música, por su obra Stride, calificada por el jurado como: «Un viaje musical lleno de sorpresas, con poderosos metales y motivos rítmicos que incorporan las tradiciones de la música negra de los Estados Unidos y el Caribe.
Su crianza y formación cubana es significativa: “Mi crianza me dio facilidad de oído para todo. Nadie me había enseñado a rechazar algo porque no fuera adecuado. De modo que yo disfrutaba todo, desde la música de los campesinos y la de otros países, hasta la música de tremenda complejidad, como Boulez y Stockhausen”.
En esto, León entronca en una larga tradición cubana, que a partir de raíces locales profundas crea una obra nutrida por un mundo musical más amplio, global, por lo que siempre ha mantenido que la cultura cubana es una sola, no importa donde viva el artista, rechazando la falsa dicotomía de “los cubanos de adentro” y “los cubanos de afuera”.
Su disco Homenaje posee las canciones Chévere y Canto negro, con poemas de Nicolás Guillén; algo que ya hizo en su obra de 1987 Pueblo mulato, también sobre los textos de Guillén, de nuevo con Canto negro, además de Organillo y Quirino.
Tania León volvió a La Habana en 2016 para participar en el Festival de Música Contemporánea de la Uneac y dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional.
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