Concluida la temporada beisbolera de 1920 en las Grandes Ligas llegó a La Habana el famoso jonronero 
                          Las  fraternales relaciones sostenida por John McGraw, por entonces manager de los  Gigantes de Nueva York, quien durante varios años fuera socio en los negocios  del Hipódromo Oriental Park, en la ciudad de Marianao, y del Frontón Jai Alai,  situado en Concordia y Lucena, abrieron el camino al sorpresivo acontecimiento  deportivo. 
                          Las  páginas de los principales diarios capitalinos recogieron cin titulares de  primera plana la presencia de Babe Ruth  y explicaron con lujos de detalles cómo se produjo la contratación para jugar  varios encuentros, bajo la franela de los Gigantes.   
    
  Así  lo contó Abel Linares, uno de los promotores del negocio, a los reporteros  interesados: “Yo no tenía la menor idea de traer a Ruth a La Habana, sino contratar a  los Gigantes de McGraw, ocupantes del segundo lugar en la Liga Nacional  durante la temporada de 1920.  
                          Sin  embargo, cierta tarde, presenciaba un juego de los Yankees y los Atléticos de  Filadelfia, en el estadio Polo Grounds,  en New York, se me acercó un individuo, completamente desconocido para mí.  
                          En  correcto español me preguntó si yo era el señor Abel Linares, promotor cubano  de béisbol. Tras presentarse como John Igoe, secretario de “Babe” Ruth, me  explicó que conocía mis intenciones de contratar al jonronero. 
                          Con  posterioridad invité a Igoe a conversar en mi habitación y le regalé una buena  cantidad de tabacos, pues era un gran fumador lo mismo que Ruth, quien no  soltaba el habano de la boca.  
                          Después  saqué una caja de jalea de guayaba, dándole a probar el sabroso dulce cubano.  El hombre quedó encantado y me dijo: ¿Usted no cree que un país productor de  cosas tan ricas es digno de visitarse? 
                          Igoe  y Ruth pidieron dos mil dólares por juego y todos los gastos pagados para tres  personas, incluida la esposa de Ruth. Yo le hice una contraoferta de 1 500 y  casi pierdo la oportunidad de traer al sensacional pelotero, porque un promotor  japonés ofreció pagarle 40 mil dólares por 10 encuentros. 
                          Luego  de otras dos conversaciones con John Igoe le entregué 10 mil dólares en  efectivo al firmarse el contrato y una semana más tarde le envié otra cantidad  similar, así como los tres boletos en avión. Babe Ruth se incorporaría a los Gigantes de New York el 30 de  octubre y participaría, a partir de ese día, en 10 de los 20 choques pactados  contra los equipos Habana y Almendares. 
  El  domingo 10 de octubre de 1920 llegaron a La Habana los Gigantes y en la nómina de 13  jugadores aparecían los nombres siguientes: Frank Snyder y Earl Smith,  receptores; George Kelly, inicialista; Larry Doyle, camarero; Dave Bancroft,  torpedero; Frank Frisch, antesalista; George Burns, Vernon Spencer,y Ross  Young, jardineros; Jess Barnes, Patrick Ryan y Paul Perrit, lanzadores.  
                          Los  visitantes debutaron el sábado 16 de octubre en el nuevo Almendares Park frente al club Almendares y en la pizarra quedó un  abrazo a tres anotaciones en 11 episodios.  
                          La  primera victoria la consiguieron al siguiente día 1 x 0 ante el Habana, también  en 11 entradas, tras de excelente duelo a cargo de Patrick Ryan y el cubano  José Acosta.  
                          Los  del patio igualaron las acciones por intermedio de los almendaristas 7 x 4 en  el tercer choque. En total, esa serie preliminar constó de ocho partidos y  resultó bien reñida, según lo demuestra el balance de tres triunfos por bando y  dos empates. 
                          Mientras  tanto, “Babe” Ruth, su esposa y el secretario John Igoe prefirieron llevar a  cabo la travesía por la vía marítima y llegaron al puerto habanero, procedentes  de Cayo Hueso, el 29 de octubre.  
                          Una  gran cantidad de curiosos le dieron la bienvenida y de inmediato la comitiva  abordó un vehículo con destino al hotel Plaza. 
                          Según  la breve reseña publicada en el diario El Mundo: “Muchos de los que estuvieron  presentes en el muelle y vieron lo acaramelado que siempre se mostró junto a su  bella esposa, pensaron que aprovecharía la ocasión para pasar la luna de miel.  
                          En  realidad, él tenía otros planes, pues en horas de la noche del mismo viernes  29, visitó el Frontón Jai Alai y realizó sólidas apuestas en las quinielas.  
                          Antes  de retirarse, aunque perdió 800 dólares, comentó: “Si ustedes supieran, estoy  pensando que me da más gusto este juego que el béisbol”.  
                            Alrededor de 10 mil personas se  acomodaron como pudieron en el Almendares  Park, sin importarle el radiante sol del 30 de octubre. ”Babe” Ruth fue  colocado en el cuarto turno y a la defensa salió a cubrir el jardín central.  
                          Paul Perrit y Oscar Tuero se encargaron  de tirar las serpentinas. 
  El debut del toletero norteamericano  resultó bastante productivo, porque en la misma primera entrada, con dos  corredores en circulación, aprovechó un buen lanzamiento recto y conectó una  fortísima línea que apenas le dio tiempo a reaccionar al inicialista Felipe  Hungo, sacándole el mascotín de la mano.  
                          En la segunda comparecencia al plato,  esta vez en el tercer episodio, el lanzador castigado fue el relevista José  Acosta. Sobre una curva que quedó un poco alta, el “Babe” descargó toda la  potencia de sus muñecas y la bola fue a estrellarse contra la cerca del bosque  derecho hasta una distancia de 385   pies.  
  Casi caminando llegó a la segunda  almohadilla para apuntarse un tubey, pero en las gradas hubo murmullos de  inconformidad porque los fanáticos consideraban que habían pagado para ver el  primer jonrón del mejor bateador de las Ligas Mayores. 
                          Finalmente, el pizarrón reflejó una  apretada ventaja favorable a los Gigantes de New York 4 x 3. En el orden  individual las palmas correspondieron a Ruth, quien ese día demostró por qué él  recibía en pago más dinero que todos sus compañeros del equipo juntos, luego de  conectar par de extra-bases, impulsar dos carreras y anotar una. 
                          La escena estaba lista para la jornada  dominical. Ahora los de New York tendrían por rivales a los del Almendares. Un  equipo que alinearía en la primera almohadilla al veterano big leaguer Armando Marsans, el mismo jugador que junto a Rafael  Almeida formara el dueto de los primeros cubanos en el béisbol de las Grandes  Ligas (1911) con los Rojos de Cincinnati.  
                          También el público esperaba impaciente  por la actuación de otro criollo, Cristóbal Torriente, un fornido mulato que en  los torneos invernales ganó fama por batear largos cuadrangulares y que en los  medios nacionales era conocido como “El Bambino Cubano”. 
                          Los almendaristas encargaron al joven  Emilio Palmero la responsabilidad de contener desde el montículo a los  Gigantes. En los dos primeros turnos, “Babe” Ruth pegó igual número de  indiscutibles.  
                          En la parte alta del quinto capítulo, con  margen mínimo de 2 x 1 a  los estadounidenses, Palmero pasó a la historia al convertirse en el primer  tirador cubano capaz de ponchar a Ruth. 
                          Según contara el cronista Horacio  Roqueta, Emilio Palmero le sirvió tres suculentos rectazos al afamado jonronero  y éste se limitó a escuchar la voz de tenor del árbitro “Kiko” Magriñat, quien  en alta voz definió: Buenos días, buenas tardes, buenas noches”. 
                          El propio testimonio periodístico  rememora que al llegar “Babe” Ruth al banco comentó sorprendido: ¿De dónde  sacaron los cubanos al muchacho ese? Les aseguró que puede lanzar en cualquier  parte. 
                           
                          
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