Sin discusión de ninguna índole, Clemente aún resulta la máxima figura entre los peloteros boricuas que jugaron en las Grandes Ligas, luego de forjar paso a paso una exitosa carrera de 18 campañas (1955-1972) defendiendo el jardín derecho de los Piratas de Pittsburg.

Ahora bien, veamos que nos cuenta en sus relatos el conocido cronista e historiador deportivo de ese país José “Pepe” Seda acerca de la llegada del deporte de las bolas y los strikes a dicho territorio:
“La creencia general es que el béisbol en Puerto Rico fue introducido por las tropas americanas al invadir la Isla durante la Guerra Hispanoamericana de 1898.

Sin embargo, seis meses antes de que los americanos llegaran al puerto de Guánica, en Ensenada, hay constancia de haberse jugado el primer desafío completo entre los equipos Boriquén y Almendares.

Exactamente la fecha del juego de marras fue el 30 de enero de 1898 y se produjo en el velódromo, inaugurado en mayo de 1897. Duró dos horas con 35 minutos y tuvo el siguiente resultado:”

José “Pepe” Seda recoge en su obra titulada Béisbol, que antes del referido encuentro, ya los cronistas escribieron sobre el deporte de las bolas y los strikes bajo los seudónimos “Base Hit” y “Kalley-Slider”. A continuación expone:

“En el terreno llamado “El Abanico”, que era una explanada del Fuerte de San Cristóbal, se había practicado béisbol en noviembre de 1897 y se había llevado a cabo un encuentro el 9 de enero de 1898, aunque este desafío duró solamente tres entradas. Un segundo partido quedó concertado para el 16 de enero en el propio velódromo, pero nuevamente debió suspenderse por lluvia en el cuarto episodio”.

Don Pepe Seda menciona tres fechas comprendidas entre el 9 y el 30 de enero para indicar la celebración del primer encuentro con carácter oficial en Puerto Rico fija especial atención en el de las nueve entradas.

Así asegura que marca la fecha exacta y entra en detalles concretos, capaces de no dejar lugar a la más mínima de las dudas sobre cuándo se efectuó el primer desafío en la vecina isla antillana. En corto tiempo, la práctica alcanzó una notable aceptación en todo el país y comenzaron a surgir diferentes equipos hasta integrar la primera liga con la absoluta participación de peloteros aficionados.

Esta incipiente organización tuvo lugar en 1901, ya bajo la influencia de las tropas estadounidenses, y así cuenta el colega Pepe Seda el inicio del primer campeonato profesional:

“A finales de 1901, el equipo Independiente ganó 11 juegos corridos y perdió el número 12 contra el All Americans 3 x 2. Ese propio año se hace mención a un juego con entradas extras entre Latimer’s Colts y el Battey O, el cual duró 13 entradas y finalizó 12 x 11 favorable al segundo equipo.

Al siguiente año se realizó la primera jugada del triple play de esta forma: “Con las bases llenas de jugadores del Independiente, Jett, la tercera base del equipo Picks de Jones, cogió una línea, pisó la almohadilla y tiró a segunda para completar los tres outs”.

Una larga espera de casi cuatro décadas vivieron los peloteros puertorriqueños antes de disfrutar la entrada del primer jugador nativo en el béisbol de las Grandes Ligas.

Ese hombre fue el espigado serpentinero derecho Irma Gabriel Bithorn Sosa, quien debutó en la temporada de 1942 con los Cachorros de Chicago. En la siguiente campaña recibió la oportunidad el jardinero Luis Francisco Rodríguez Olmo, con el uniforme de los Dodgers de Brooklyn.

En realidad, el béisbol en Puerto Rico alcanzó su verdadero esplendor después de inaugurarse el 1946 el primer campeonato profesional de invierno y hacia 1949 ese país formó parte, junto a Cuba, Venezuela y Panamá, de la Confederación del Caribe, entidad de carácter regional creada en la capital cubana.

El público boricua comenzó a seguir las banderas de los equipos Caguas, Santurce, San Juan y otros, los cuales hasta el presente dan glorias al país en las Series del Caribe.

Por espacio de los últimos 50 años ha sido constante la intervención de los jugadores puertorriqueños en las ligas menores y mayores. La década de 1990 podemos calificarla como la de la consolidación de los boricuas en el máximo circuito.

A punto de concluir el siglo XX, la nómina de sus figuras estelares alcanzó la media centena y entre esos nombres aparecen el receptor Iván Rodríguez, los hermanos Roberto y Santos Alomar, Carlos Baerga, Juan González, Edgar Martínez y Bernie Williams, entre muchos otros.