A mediados de noviembre de 1958 las tropas de la dictadura, aunque desmoralizadas por las derrotas e incapaces de tomar la iniciativa en el campo de batalla, contaban todavía con jefes, soldados y medios para hacerse fuertes en ciudades y pueblos desde cuarteles y posiciones fortificadas, y esperaban frenar la Ofensiva Final del Ejército Rebelde con el apoyo de la aviación.
Pero esa vana esperanza la perderían definitivamente durante la estratégica victoria de los barbudos en la Batalla de Guisa el 30 de ese mes, hace ya 65 años.
Esa operación tuvo como prólogo la aplastante derrota en agosto del 58 de la llamada ofensiva de verano organizada por la dictadura batistiana contra la Sierra Maestra, con más 300 muertos y 443 prisioneros, y que permitió a los rebeldes ocupar gran cantidad de armas y medios.
Como parte de la Ofensiva Final, el jueves 13 de ese propio mes y año, Radio Rebelde transmitió las órdenes del Comandante en Jefe Fidel Castro a los frentes insurgentes en la región oriental, a las columnas invasoras de los Comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara en el territorio central y al movimiento insurreccional en todo el país para impulsar las acciones contra la dictadura de Fulgencio Batista.
En esa estrategia se priorizó el cerco a Santiago de Cuba y la toma de la ciudad de Guisa, a pocos kilómetros de Bayamo, sede central del mando castrense, posiciones que era imprescindible neutralizar para la toma de la segunda capital del país.
#FidelPorSiempre: "La acción de Guisa se inició el 20 de noviembre a las 8:30 de la mañana, al interceptar nuestras fuerzas una patrulla enemiga poniéndoles fuera de combate…". Inició así la Batalla de Guisa que se extendió hasta el 30". #CubaViveEnSuHistoria#SantiagodeCuba pic.twitter.com/ORBQXEEeoO
— José Ramón Monteagudo Ruiz (@RamnMonte1) November 20, 2023
El 20 de noviembre tropas dirigidas personalmente por el Comandante en Jefe Fidel Castro, se aprestaban a tomar Guisa y aceptar el reto de enfrentar a las fuerzas enemigas en una guerra de posiciones en la que alrededor de 180 guerrilleros, incluyendo una escuadra femenina del Pelotón Las Marianas, lucharon con gran coraje y derrotaron a cinco mil soldados apoyados por la aviación, tanques y artillería.
La batalla se inició ese propio día con el fuego certero de la ametralladora calibre 50 del capitán Braulio Coroneaux, contra los refuerzos que transitaban por la carretera de Bayamo, y que dejó varios muertos.
Aquel bravo oficial había sido militar, pero en rechazo a los crímenes y atropellos de la dictadura comenzó a conspirar, fue detenido y logró escapar para unirse al Ejército Rebelde en el cual por su valor y gran capacidad se ganó sus grados.
Fidel tenía gran confianza en ese combatiente por la seguridad en sí mismo y la habilidad y precisión para manejar la ametralladora, a tal extremo que en medio del nutrido fuego podía reconocer, entre todas, su arma por sus disparos característicos y decía con alegría: “¡Ese es Coroneaux!”
El último combate lo libró el 27 de noviembre desde la trinchera con su ametralladora 50 en una elevación conocida como Loma del Martillo, situada en posición estratégica que dominaba la entrada y la salida principal a Guisa, durante uno de los intentos finales del ejército por romper el cerco, cuando el disparo de un tanque Sherman impactó en su trinchera y lo mató instantáneamente.
Años después, el combatiente Luis Más Martín recordaría: “Un mensajero trajo la noticia hasta Fidel… ‘Un Sherman mató a Coroneaux’, me dijo cuando me acerqué a su lado. En su rostro se reflejaba el dolor de haber perdido a un ser muy querido”.
La batalla de Guisa fue un hecho relevante de la historia de Cuba. Una de las mayores victorias del Ejército Rebelde en la Guerra de liberación sostenida contra la dictadura de Fulgencio Batista en #Cuba. #CubaViveEnSuHistoria pic.twitter.com/W5ydb5Koex
— Radio Florida de Cuba. (@radioflorida) November 20, 2023
Fue ascendido póstumamente al grado de Comandante y la loma que defendiera al precio de la vida hoy ostenta su nombre.
Durante 10 días el Ejército Rebelde impidió, con la utilización de minas, uno tras otro casi todo los intentos de la columna del ejército, apoyada por la aviación y tanques que intentaron reforzar a las fuerzas sitiadas.
El 30 de noviembre la desmoralización se generalizó entre las tropas cercadas y los soldados huyeron, dejando tras de sí gran cantidad de armas.
Los militares enemigos tuvieron cerca de 200 bajas, entre muertos y heridos, les fueron ocupados 14 camiones, un tanque y municiones y pertrechos de todo tipo que permitieron armar nuevas unidades rebeldes para culminar la campaña por la liberación de toda la región oriental y la entrada a Santiago de Cuba para consolidar la victoria del Primero de enero de 1959.
(Jorge Wejebe Cobo, ACN)