Para la describir a David Lynch debemos colocar en mayúsculas la palabra ARTISTA. El cineasta, músico, realizador audiovisual, pintor y fotógrafo estadounidense, lleva consigo el mérito de haber construido un universo paralelo marcado por una convergencia de realidades: una cercana a la vida del más común de los mortales, y otra marcada por sus ensoñaciones y pesadillas.
Si bien un cineasta convencional se conforma con lograr una reconstrucción verídica de una época, situación o personaje, Lynch va mucho más allá. A él no le interesan los compromisos con la realidad, su objetivo y, a la vez, desafío es construir atmósferas que envuelvan al espectador y lo coloquen en el centro de la historia que el director quiere contar.
Desde su ópera prima, Ereaserhead (1977), Lynch sienta las bases de lo que será su forma de hacer cine, apegada a las corrientes surrealistas y expresionistas que adoptó de algunos de sus ídolos como Stanley Kubrick, Federico Fellini, el escritor Franz Kafka o el pintor Francis Bacon.
Si bien no podemos clasificar toda su filmografía como “experimental”, sí es posible identificar en cada una de sus obras rasgos comunes. Entre ellos el exquisito y atinado manejo de las bandas sonoras como una forma de apoyar a ese proceso de construcción de varias atmósferas y/o universos.
Para el crítico cinematográfico y periodista cubano, Samuel Ernesto Viamontes, el trabajo con la música es un elemento de identidad dentro de los «universos lynchianos».
Justamente, la estrecha colaboración entre el director y el compositor Angelo Badalamenti ha dado lugar al nacimiento de una de las duplas más fructíferas y memorables de la historia del cine mundial.
De esta unión nacieron las inquietantes bandas sonoras de cintas como Blue Velvet (1986), Mulholland Drive (2001), The Straight Story (1999) y Lost Highway (1996), así como de la serie televisiva Twin Peaks.
En esta ocasión, SONOGRAMAS nos propone un recorrido por las bandas sonoras de los filmes dirigidos por el cineasta norteamericano David Lynch…