Dicen que en esta época del año habita en todos la «nostalgia afectiva». El fin de año tiene efecto resonador y contrapuntea la supervivencia, la realidad, ausencias, solidaridad, la vida… Es diciembre de 2022 en La Habana, Cuba.
Hay inacabables «colas» en muchas partes. Ella es nuestra cotidianidad, donde se dirime la resistencia que parece ser infinita en medio de un contexto que amenaza, no pocas veces, a nuestras utopías.
A las “colas”, se suma la escasez de alimentos, la inflación galopante que secuestra nuestros bolsillos, la situación crítica del transporte, los benditos apagones que han modificado la rutina de la vida de los cubanos y han hecho popular en nuestro lenguaje a la Central Termoeléctrica de Matanzas, Antonio Guiteras, la que mayor aporta al Sistema Electroenergético Nacional. Su nombre estuvo presente en el discurso de nuestro canciller en Naciones Unidas y todo el mundo en Cuba aprendió en este año que la «Guiteras es la Guiteras», porque ella decide en la estrategia de los apagones en Cuba.
“Los dolores de la gente” tejen las historias que muestran la cara de la solidaridad que salva, como lo asegura la Doctora en Psicología Maricela Perera, quien amablemente conversa con esta reportera sus vivencias personales.
Hay reservas de la bondad, de los valores que no se han perdido. En un grupo de WhatsApp donde yo estoy, gente que no se conocen se apoyan ante el llamado de auxilio de alguien que en la sala de una terapia, necesita Omeprazol y aparecen tres o cuatro personas que se brindan y van al hospital a llevarlo sin conocer al necesitado. Eso son los valores que no se pueden perder y creo que otros aspectos de la solidaridad que van más allá de los intereses económicos. Algunos teóricos hablan de “relaciones utilitarias”: te uso y luego me olvidé de ti.
Maricela Perera
Hay utopías de la resistencia que yo intento traducir de manera sencilla: ¿¡Qué compré pollo?!, que contenta me puse; ¿¡qué entro el agua?!, pude lavar; ¿¡ qué se fue la luz solo dos horas?!, que contenta estoy; ¿¡qué conseguí pan y estaba bueno?!, me satisface; ¿¡qué en el paquete puedo ver una serie que me gusta?!, buen momento para mi espíritu… Metas más cortas, en tiempos difíciles.
Las palabras de la psicóloga Maricela me devuelven el aliento. Me niego a obviar las realidades que germinan ante los ojos de todos; pero, al mismo tiempo, tengo fe en los destinos de la Patria, la capacidad de soñar y defender nuestra esencia solidaria que ha estado presente en un año duro frente a la explosión del hotel Saratoga; el incendio en la base de Supertanqueros de Matanzas; el paso del huracán Ian; un Bloqueo que insiste en asfixiarnos y nuestra persistencia infinita solidaria de salvar vidas con el ejército de batas blancas de Cuba que no ha dejado de brindar salud en muchos lugares del mundo…
Este año, especialmente, la Misión Médica Cubana continúa en más de 50 países. En México, por ejemplo, donde hay aproximadamente 500 colaboradores en las zonas mas intrincada. El doctor Elio Edgar Lozano, especialista en Endocrinología, quien presta sus servicios en el estado mexicano de Tlaxcala, confía que lo mejor está por escribirse al tiempo que nos cuenta como una paciente débil visual, luego de la consulta pedía fotografiarse con los médicos cubanos para conservar el recuerdo del momento.
Sesenta años de la cooperación médica cubana hablan de la esencia humanista de la medicina de la Isla, de las certezas de una solidaridad frente a cualquier pronóstico adverso, incluso, manipulador.
Por eso, sigo creyendo en los históricos legados, en las rebeldías, en la condición conflictiva e inacabada de un proyecto donde solo en la medida en que cambiemos procesos, relaciones sociales y a nosotros mismos, nos acercaremos a nuestros sueños que son posibles, pero llevan infinitas resistencias. Y como dice la canción de Buena Fe y Frank Delgado «…cuando acabe el almanaque aún seré, entonces, una gran soñadora» al confiar en los destinos de la Patria.
Escuche y descargue este relato sonoro que nos define como pueblo: