La Universidad de La Habana arriba a los 295 años de fundada. Una y otra vez, la alborada de enero extiende el necesario recuento: el sueño de juventud que cristaliza, el talento cultivado, los cuantos de pensamiento y de sensibilidad, el paso del heroísmo, las luchas, la sempiterna esperanza.
Como en cada cifra notable, el acto acontece en la colina querible, en la célebre Loma de Aróstegui, donde la página antiquísima documenta a la Pirotecnia Militar de la colonia. Pero el sitio primigenio permanece al alcance de la mano, historia reconstruida en el centro histórico de la capital del país.
Desde hace unos años, obra fundadora de Eusebio Leal Spengler, allí se levanta el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana. Su decano, el historiador Félix Julio Alfonso López, prefiere significar cada segmento de la memoria, como volviendo sobre los pasos del Maestro Mayor.
El Colegio Universitario San Gerónimo por aquel escenario viejo de la ciudad confirma que la empresa colosal del Historiador eterno fue más allá de significar un documento, de salvar un monumento de alto valor patrimonial, de fijar en la conciencia colectiva la prioridad de defender legados intangibles y materiales.
Donde nació la Universidad de La Habana el 5 de enero de 1728 —asegura Félix Julio Alfonso López— se levanta la magnífica pieza edilicia que recuerda la inmensa capacidad de la historia para convocar al trabajo, para ir permanentemente a la calle, desde ese milagro de Eusebio Leal Spengler de anudar abrazos tras cada tarea cumplida, de construir todos los días, sin descanso, la Ciudad Maravilla que el mundo reconoce y admira.