Se me ocurre hoy hablarles de una banda que durante todo el tiempo de su existencia, y los años posteriores claro está, ha sido muy polémica. Los investigadores siguen todo el tiempo detrás de ella investigando su trabajo y se escriben toneladas y toneladas de trabajos, de investigaciones, de criterios sobre lo que sucedió con ella.
Con la invasión musical de los setenta llegó a Cuba un grupo que, con dos o tres canciones, se ganó aquí el respaldo popular. Pero lo que los hizo realmente significativos en todo el mundo fue una serie de televisión que se trataba de las aventuras cómicas de una banda que estaba causando sensación y, sobretodo, competencia a The Beatles.
The Monkees salieron a la fama a finales de 1965, como respuesta norteamericana al cuarteto de Liverpool. Sin embargo, a diferencia de muchos otros grupos de la época, en realidad esta agrupación fue construida con jóvenes que eran músicos y actores al mismo tiempo, a manera de crear un concepto completo.
La referencia de llamarse monkees, algo así como «los monos», era para darle ese sentido de competencia a The Beatles, más o menos «los escarabajos», como también entrando a la nomenclatura de grupos con nombre de animales: The Byrds, The Yardbirds, The Animals, entre otros.
Sin embargo, sólo Michael Nesmith y Peter Tork eran músicos, lo que obligó a Mickey Dolenz y a Davy Jones a aprender a tocar algún instrumento, como la batería, las percusiones y la guitarra de forma muy básica. Lo que sí habían sido niños actores en algunas producciones para cine y televisión.
Don Kirshner, productor de varias series y de grupos musicales, encontró al cuarteto americano que fue un buen contrincante de los británicos Beatles, firmando un contrato para que el 10 de octubre de 1966 saliera su primer larga duración con el título Meet the Monkees con dos temas que ocuparon el primer lugar incluso en Inglaterra.
Era obvio que el proyecto debía tener un buen respaldo de compositores como Neil Sedaka, Carol King, Gerry Goffin, Neil Diamond y la pareja de Tommy Boice y Bobby Hart, quienes hicieron en su gran mayoría el repertorio de The Monkees hasta su disolución. Mike Nesmith, ya con un respaldo de músico country, aportó varios temas muy buenos lo mismo que Dolenz y Jones, ayudados estos, por supuesto, por la banca oficial de compositores que mencionamos al principio.
A finales de 1967, graban su segundo álbum que también alcanzó los primeros lugares en el listado de popularidad, sobre todo con el tema quizá más representativo del grupo, I’m a Believer (Soy un creyente). Para ese entonces, el programa de televisión obtuvo un gran éxito comercial, así como la publicación de comics, juguetes, revistas especializadas, ropa y hasta un auto, el monkee móvil, un Pontiac acondicionado para el grupo. Todo un gran aparato publicitario.
Escuche este episodio de Detrás de la música: