Manzanillo, Granma.- A Aramís Miranda Álvarez no hay quien le haga cuentos de la elaboración de rones por esta porción de la región oriental de Cuba. Treinta años como especialista de ese oficio le confieren el afectuoso título de «corazón» del Ron Pinilla.
Desde que empecé me dediqué a elaborar nuevos productos, junto con Margarita García, lamentablemente fallecida, que fue mi tutora y una cátedra en este oficio. En el transcurso de los años, en dependencia de la entrada de materias primas, el déficit de otras cuestiones por la situación del país, teníamos que buscar alternativas porque llegaban materias primas de varios lugares, de no igual calidad.
– ¿Qué decide la calidad del ron?
– En primer lugar, la efectividad del proceso de añejamiento que dispongas. Aquí existen dos naves para eso que constituyen la potencia de la fábrica. Ahí tenemos rones que están desde cero hasta más de diez años de edad.
– ¿Cómo asumen la dualidad juventud-experiencia? ¿No hay celos?
– No, no. Aquí siempre nosotros hemos trabajado unidos todos. Desde la época en la que yo llegué, había compañeros de mucha sabiduría que transmitían sus experiencias, como ahora lo hacemos nosotros. Los nuevos siempre se unen con disciplina y responsabilidad a esta misión.
– ¿Cuál es el secreto del buen ronero “Pinilla”, de Manzanillo?
– Secreto no hay ninguno. Los rones son mezclas de diferentes edades y de lo que se trata es de buscar el «punto» exacto, es decir, cuando vas a hacer un ron buscar el punto ideal de la mezcla que tienes a mano, de todos los años.
– ¿Cuándo lo hace en qué piensa?
– En lo que se piensa, fundamentalmente, es en la tradición que significa este ron no solo para los manzanilleros, porque es un producto que se conoce en varios países del mundo, que todo lo que salga de aquí tenga una identidad, que la persona que lo beba lo identifique.
– El último año ha sido muy complejo para ustedes. ¿Por qué el sabor del ron Pinilla de hoy difiere del de años atrás?
– No considero que lo que estamos haciendo ahora sea Ron Pinilla. Estamos haciendo un tipo de ron que en su composición es primera vez que lo elaboramos. Se puede decir que es Pinilla, porque sale de nuestra fábrica y lleva la marca, pero no es así con esa calidad y contextura.
«No es lo mismo hacer ron con aguardiente que con alcohol, como te decía cada región del país tiene una identidad en sus rones: La Habana, Matanzas, Villa Clara, Santiago de Cuba… y nosotros, la nuestra. Podemos usar la misma materia prima, pero deciden las naves de añejamiento, el agua, todo lo que se utilice».
– Pero ustedes no han fallado en todas las metas que se han propuesto…
– Ahí radica la potencialidad de nuestras naves, que podemos hacer diferentes tipos de rones, desde el Carta Plata, que es el de menos calidad hasta un Añejo extra, en dependencia de las existencia de materias primas.
«Hay que luchar y tirar pa´lante con lo que tengamos. Ya este año incursionamos en la fabricación de vinos, licores y vinagre».
– ¿Qué se siente cuando sus compañeros le llaman, el «corazón« de Pinilla?
– Es un orgullo muy grande, el compromiso de continuar y hacerlo de manera eficiente, porque ya son treinta años entre estas paredes. La fábrica es mi segunda casa.
Aramís Miranda Álvarez es el corazón de la fábrica de ron Pinilla, tradición e identidad de la ciudad de Manzanillo.
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