Maceo, su pensamiento
Gisela Bell Heredia
Periodista de Rebelde
14 de Junio de 2008, 10:30 a.m.
La Habana, Cuba.- Nació aquel 14 de junio en Santiago de Cuba y vino al mundo para ser soldado, capitán, coronel, general. Nació para ser patriota y se convirtió en héroe.
Hizo tanto que resultan incontables las hazañas del valiente guerrero en aras de su aspiración suprema: la libertad y la independencia de Cuba.
Pero más allá de los combates y las acciones Antonio Maceo hizo historia como hombre de pensamiento.
Sus tesis y doctrinas sociales, políticas y militares fueron expuestas con meridiana claridad y llegaron a imponerse como guía en su ruta libertaria.
Fue tan notable su obra que José Martí nos dejó esta sentencia.
“Hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo.
Por eso hoy haremos un alto y no dedicaremos este tiempo en recordar los tantos combates que libró, las tantas heridas que cubrieron su cuerpo. Hoy dejemos de imaginar su uniforme manchado por la sangre. No hablaremos de la invasión de Oriente a Occidente, tampoco recordaremos su muerte en San Pedro aquel 7 de diciembre. No será este el día para revivir la Protesta Baraguá. Hoy, en el aniversario 163 de su natalicio, queremos un homenaje distinto para Antonio Maceo y Grajales. Por ello, ante el llamado de Martí, pondremos asunto a lo que dijo.
En carta a su esposa Maria Cabrales, así le escribió en marzo de 1895: “En tu camino como en el mío, lleno de abrojos y espinas, se presentarán dificultades que solo tu virtud podrá vencer. Confiado, pues, en esa tu más importante cualidad, te abandono por nuestra patria, que tan afligida como tú, reclama mis servicios, llorando en el estertor de la agonía. Pienso que tú sufriendo, y yo peleando por ella, seremos felices, tú amas su independencia, y yo adoro su libertad. El deber me manda sacudir el yugo que la oprime y la veja, y tu amor de esposa fiel y purísima, me induce a su redención y luego concluye. Si venzo la gloria será para ti”.
En uno de los párrafos de la carta que desde Panamá envía a Martí el 4 de febrero de 1888 a Nueva York Maceo señala “La unión, amigos, se impone por fuerza a nuestro patriotismo, pues sin ella serían estériles todos nuestros sacrificios y se ahogarían siempre en sangre nuestras más arriesgadas empresas. Contad pues, con que al alcanzarla contribuiré con todas las fuerzas de mi espíritu, y toda la autoridad que me dan mi pasado y los servicios por mí prestados a la causa de nuestra libertad”.
Aún Martí en Nueva York, Maceo le escribe desde Costa Rica el 12 de enero de 1894 y dice:
“Mi estimado amigo.
Tres veces, en mi angustiada vida de revolucionario cubano, he sufrido las más fuertes y tempestuosas emociones del dolor y la tristeza que produce la desaparición de seres tan amados como el que acabo de perder ahora en tierra extraña, sometiendo a prueba una vez más mi corazón de patriota, que es todo entero de su causa, y de hijos a agradecidos.
Ella, la madre que acabo de perder, me honra con su memoria de virtuosa matrona, y confirma y aumenta mi deber de combatir por el ideal que era el altar de su consagración divina en este mundo.
Y prosigue Maceo.
¡Ah¡ que tres cosas! Mi padre, el Pacto del Zanjón y mi madre que usted por suerte mía viene a calmar un tanto con su consoladora carta.”
Así se proyectó este hombre que fue feliz porque vino de León y de Leona e hizo grande a su patria porque realizó proezas que engrandecieron su leyenda y nos trazaron el camino para la Cuba de hoy en la que también nos acompaña el hijo de Marcos y Mariana, el Titán de Bronce. |