El Vicepresidente Rufus King, de Estados Unidos, tomó posesión en Cuba, a mediados del siglo XIX
Fernando Dávalos
Colaborador de Radio Rebelde
14 de Enero de 2009, 12:50 p.m.
Una polvorienta vereda de tierra desde el poblado de Limonar hasta el Ariadne, en el territorio de Matanzas, Cuba, debió transitar el carruaje del norteamericano Rufus D. King, elegido en 1853 como vicepresidente de los Estados Unidos, cuando el político llegó a esta zona centro-occidental de la Isla, esperanzado de que el clima del lugar le ayudara a mejorar su salud, aquejada de tuberculosis. El cónsul de EE.UU. en La Habana, William Sharkey tomó, autorizado por una ley del Congreso, días después, en la residencia del pequeño ingenio Ariadne, el juramento que investía a mister King de su alto cargo en el Gobierno de los Estados Unidos, en una casi inadvertida ceremonia.
El camino que iba a la pequeña fábrica de azúcar se mantiene firme, con su pavimento de piedra y arcilla, y hoy se continúa dentro de Limonar, previo cruce de la Carretera Central de Cuba, en una calle urbana que lleva el nombre de Chartrand, precisamente el apellido del francés propietario del Ariadne, en cuya casona familiar se refugió mister King al llegar. Quizás el estadounidense vio correr entonces por la arboleda cercana a los niños Esteban Chartrand, que luego se reconocería como de los mejores pintores paisajistas de ese siglo en la Isla, y a su hermano Philip, igualmente un artista plástico.
Pero pronto, a poco de la insólita toma de posesión en el propio batey azucarero, el huésped de los Chartrand-Dubois abandonó la residencia, agravado su mal, y desandó la misma vereda entre cañaverales rumbo al puerto de Matanzas, a donde le esperaría un buque de guerra de ese país vecino para llevarlo de regreso a Alabama. La casona del Ariadne conservó durante muchos años la gran mesa de maderas criollas y albo mármol donde firmó mister King su solemne juramento y luego desapareció, y años más tarde su distinguido edificio se abandonó, convirtiéndose en la bella ruina que subsiste hoy.
El norteamericano, que fallecería poco después en su natal King´s Rest, de Cahawba, Estados Unidos, había llegado a Cuba semanas antes por Matanzas y fue acogido por el cubano-norteamericano William Scott Jenckes Updike, en su quinta de La Cumbre en esta ciudad, hasta la llegada de un fuerte frente frío invernal que obligó al enfermo a aceptar la invitación de la familia de mesié Chartrand, de alojarse en el Ariadne, tierra adentro. El abatido Rufus D. King había arribado a Cuba con una hoja de servicios a la diplomacia y la política de EE.UU. en Francia, Rusia y otras plazas, y en la convención demócrata de Baltimore, en 1852, salió candidato a Vicepresidente, en la papeleta presidencial de Franklin Pierce, veterano de la guerra expansionista contra México.
La zona colonial del noroccidente de la Isla, que hoy perteneciente a la provincia cubana de Matanzas, había cobrado fama internacional de saludable por lo que recibió la visita de encumbradas personalidades internacionales como Felipe de Orleáns, el Rey Burgués, uno de los hijos del Zar de Rusia y del reverendo Abiel Abbot, y de muchos ciudadanos norteamericanos. La propia casa-quinta de La Cumbre había sido propiedad a principios del XIX de Serafina Updike y Crawford, nacida en Escocia y vecina de Rhode Island y Provindence, Estados Unidos, quien fue madre fundadora de una amplia familia cubana de la actualidad. |