Dailyn Ruano Martínez
Periodista de Rebelde
Un ejemplar líder sindical
17 de octubre de 2008, 1:30 p.m.
LA HABANA, CUBA.- Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, comenzó la lucha contra el comunismo y sus seguidores en cualquier parte del mundo. Cuba no escapó a la llamada cacería de brujas. En la tarde del 17 de octubre de 1948, cuando se terminaba una reunión del sindicato de los obreros portuarios de La Habana, la cual dirigía Aracelio Iglesias Díaz.
El líder sindical fue abatido a balazos en la espalda por un grupo de pistoleros al servicio del gobierno de Carlos Prío Socarrás, el cual se estrenaba así en la persecución del movimiento obrero dirigido por los comunistas.
La reunión celebrada en el local del Sindicato de los obreros portuarios de la Empresa Naviera de Cuba, en Oficios No. 259, en La Habana, tenía como objetivo acordar los puntos que entregarían al Ministro del Trabajo con vistas a que anulara una resolución que designaba a Armando Galate como máximo dirigente sindical en el puerto.
De esta forma se eliminaba uno de los principales dirigentes obreros con que contaba el país, un destacado comunista y ferviente luchador por lo derechos de los trabajadores portuarios.
Nacido en medio de una de las etapas más oscuras y difíciles de la historia de Cuba, el 22 de junio de 1901, en plena ocupación militar norteamericana. Aracelio Iglesias Díaz, hijo de una humilde familia pinareña, aprehendió rápido los sentimientos independentistas, antianexionistas y revolucionarios que por aquel entonces eran firmemente defendidos por amplios sectores de la sociedad cubana.
A los 15 años se inició como bracero en los muelles San José, en la bahía habanera, y desde entonces comenzó a relacionarse con los obreros portuarios, con quienes compartió inquietudes, conoció las condiciones de explotación a que eran sometidos y se sensibilizó con la aguda situación económica de muchos de ellos. Su llegada coincidió con una enconada lucha por el cumplimiento de algunas demandas laborales.
Persecuciones y condenas son una constante en su azarosa vida hasta que en 1931 ingresa en el Partido Comunista. Su combatividad y total entrega a la causa del proletariado determinaron que en 1938 fuera electo Secretario de Finanzas del Sindicato de Estibadores y Jornaleros, y más tarde, su Secretario General. En enero del siguiente año, durante el congreso constitutivo de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), integró el Comité Ejecutivo de esta organización.
En 1946 ocupó la secretaría de la Federación Obrera Marítima Local del Puerto de La Habana. Con su infatigable lucha al frente del sindicato y el apoyo de sus compañeros, arrancó a los patronos importantes conquistas para los trabajadores, entre ellas el establecimiento de las listas rotativas, aumento de salarios y el descanso retribuido.
El crimen perpetrado contra el dirigente sindical cubano, de 47 años de edad, evidenciaba la impunidad de la acción de un grupo de matones, con la anuencia de las autoridades, para infligir un fuerte golpe al movimiento sindical unitario, que motivó una amplia conmoción en la clase obrera y en la opinión pública nacional.
Impotente porque no había podido imponer a los gánster y dirigentes sindicales oficialistas y cetekarios, el gobierno, al igual que lo hizo con Jesús Menéndez, ordenó la eliminación física de Aracelio, pero su asesinato no detuvo la lucha, sino que fue un motivo más para continuarla.
La noticia de su muerte produjo una airada indignación entre los estibadores, expresada con la paralización de las labores ese día en la bahía para exigir el castigo de los autores de la vandálica acción.
El Capitán de la clase obrera Lázaro Peña, en la despedida de su duelo, el 18 de octubre de 1948, exaltó su ejemplo de heroísmo y expresó: “Hace falta que mientras su cadáver esté insepulto no se mueva un solo bulto, que no suene ni un winche, ni una grúa y que ustedes marchen en manifestación cerrada a rendirle homenaje de respeto a quien dio su vida por esta causa que es la de ustedes.”
No obstante haber dejado ésta a los portuarios sin su querido líder, los afiliados al gremio, junto al resto de los trabajadores del país, continuaron su lucha, Aracelio Iglesias Díaz se convirtió en ejemplo a seguir y su sangre junto a la de muchos otros, trazó el camino de la libertad. |